sábado, 21 de agosto de 2010

Never Leave You parte 3



Capítulo III.- Llamada


A la mañana siguiente, los dos nekos se levantan como de costumbre, con la única diferencia de que ni siquiera se molestaron en cruzar miradas. Huelen un agradable estofado, que los obliga a levantarse como si los estuvieran llamando con urgencia. Logran encontrar a Soubi en la cocina, preparando el desayuno como si nada.

—Al fin despiertan.— dice con tranquilidad al escuchar los pasos de ambos acercándose al comedor.

—¿Qué hora es?— pregunta Youji, restregándose los ojos con sueño.

—Son las once de la mañana. Estoy calentando de nuevo la comida, porque figuré que despertarían a esta hora.

—¡Vaya, que tarde es!— exclama el peli azul, yendo rápidamente a cambiarse de ropa.

—¿Desde cuándo te importa la hora?— pregunta el rubio con algo de curiosidad hacia el Zero.

—Desde que recordé que tengo una salida programada para más tarde.— responde el del lunar, mientras se alistaba.

—¿Una salida? ¿Con quién?

—Con su nuevo amigo.— responde esta vez Natsuo, dirigiéndose al baño para cepillarse los dientes.

El pintor se limita a sonreír, mientras servía la porción de comida en cada plato. El pelirrojo aparece nuevamente, sentándose en el comedor, mientras Youji entraba ahora al baño. Natsuo se limita a poner su mano izquierda en su mejilla, ahogando un suspiro de rabia.

—Olvidaba decirles que Kio vendrá a almorzar hoy con nosotros —informa Agatsuma—. No tardará en llegar.

—¿Y a qué viene?— pregunta el pelirrojo con curiosidad.

—A pasar un rato. Ustedes ya lo conocen.

—Entiendo…

Después de unos minutos, el invitado hace su aparición, por lo que pudieron almorzar todos juntos. Sin embargo, los únicos que parecían estar en alguna conversación eran Soubi y Kio. Natsuo y Youji no se habían molestado en crear charla alguna, limitándose solamente a comer. El pelirrojo comía con desgano, mientras el peli azul lo hacía con avidez. Este extraño ambiente entre los Zero creó algo de confusión y extrañez por parte de los amigos mayores, quienes dudaban en preguntar al respecto.

—¿A ustedes qué les pasa? No han pronunciado ni una palabra —como siempre, fue Kio quien dio el primer paso—. ¿Acaso han discutido?

—¿Por qué preguntas eso?— contrarresta el joven del parche, tomando un sorbo de su jugo.

—Ni siquiera pueden verse. Es más que obvio pensar eso.

—El que no tengamos ganas de hablar no quiere decir que suceda algo entre nosotros —dice Youji esta vez—. Por cierto Soubi, ¿Sabes qué hora es?

—Un cuarto para las doce —responde el aludido, llevándose un poco del jugoso guiso a los labios—. ¿Tanta prisa tienes?

—Tengo que llegar temprano; no quisiera hacer esperar a mi amigo.— responde el del lunar con simpleza, mientras se paraba a la cocina para tomar otra porción del delicioso y humeante estofado.

—Vaya; Youji está enamorado! No quiere llegar tarde para su cita.— canturrea el amigo de Agatsuma, sin dejar de ver con expectativa al joven Sagan.

Natsuo suelta un gruñido casi imperceptible, intentando mantener su boca ocupada con el vaso que contenía su bebida. Era mejor controlarse, si no quería decir algo impropio u ofensivo en aquellos momentos. Lamentablemente, esto no pasó inadvertido para el impertinente joven Kaidou, quien rápidamente encontró eso como nueva excusa para seguir la conversación.

—¿Acaso estás celoso, Natsuo?— pregunta, dirigiéndose hacia el crispado neko, quien se limitó a guardarse sus palabras tomando una ración muy grande de estofado, y llevándoselo a la boca; devorándolo con una exasperante lentitud, que sólo hizo soltar algunas risas impregnadas con algo de burla por parte de Kio.

—¿De qué te ríes?— pregunta el joven del lunar, regresando nuevamente a la mesa con otro plato lleno del guiso preparado por Soubi.

—De que tu amigo Natsuo está celoso porque tienes una cita.— responde el chico de los piercings, limitándose a tomar su segunda lata de cerveza.

—¡Que no estoy celoso, con un demonio!— responde agresivamente el Zero del parche, que no hallaba momento en terminar de tragar lo que tenía en la boca para callarle la boca al descarado amigo de Agatsuma.

—Qué quisquilloso eres.— exclama Kio ofendidamente, dejando la lata vacía en la pequeña mesa de caoba donde almorzaban.

—¿No le dirás nada, Soubi?— replica el pelirrojo, aún sin poder creer que durante todo el tiempo que estuvieron discutiendo, el luchador de Ritsuka se había limitado a comer tranquilamente, sin parecer inmutarse a nada.

—No está diciendo nada que te ofenda. Al igual que él, no veo razón para que te irrites.— responde serenamente, penetrando con sus índigos ojos la mirada esmeralda de Sagan, quien decide terminar de almorzar, sintiéndose algo humillado por aquella respuesta.

—Soubi, ¿Crees que podamos terminar el trabajo de la universidad aquí? Traje la mayoría de las cosas para poder avanzar, pero creo que si trabajamos a partir de ahora, podremos terminar.— comenta Kio a su amigo.

—Por mí no hay problema.— el fumador se levanta para recoger los platos vacíos de los demás.

Mientras lavaba los trastos, Kio comenzaba a disponer todo para terminar su proyecto artístico, ignorando por completo a los Zero.

—Soubi, tengo que irme —exclama Youji, terminando de alistarse—. Volveré más tarde.

—Mejor di que volverás hasta la noche…— sisea el pelirrojo, que estaba boca abajo en el piso con el celular en la mano, vacilante entre llamar al sacrificio del pintor o no.

—Cállate, Natsuo. Igual no dudarás en sustituirme con Ritsuka, ¿no?— el aludido casi deja caer el aparato por ser pillado en sus intenciones; por suerte tuvo suficientes reflejos para sostenerlo de vuelta.

—No hables como si me conocieras a la perfección, Youji.— replica fulminándolo con la mirada.

—Qué miedo…— le saca la lengua burlonamente, antes de cerrar la puerta, escuchándose cómo bajaba las escaleras del departamento con rapidez.

«Estúpido Youji…» piensa el joven del parche, sintiéndose nuevamente decepcionado al verse "reemplazado" con un nuevo chico.

—Si tan celoso estás, deberías decirle lo que sientes a tu amigo, ¿No crees?

De nuevo el inoportuno Kaidou, metiendo las narices donde no lo llamaban. Natsuo deja salir un hastiado suspiro, asegurándose de que el de los piercings lo escuchara para saber que debía cerrar la boca en asuntos que no eran de su incumbencia. Vuelve a tomar el celular, preguntándose si realmente sería lo mejor llamar a su amigo pelinegro para pasar un rato agradable, desahogándose de sus paranoias y celos infantiles. Finalmente, después de unos minutos, se recuesta boca arriba, escribiendo el mensaje de texto para el joven Aoyagi.

Youji ya se encontraba a pocos minutos del parque, esperando que Kioku aún no llegara. Necesitaba relajarse un poco, y salir de aquél apartamento que parecía estar ahogándolo. Sabía perfectamente que su comportamiento comenzaba a calar a su luchador, pero a pesar de sentirse algo culpable, parte de él se regocijaba por devolverle lo que sentía cuando éste prefería a Ritsuka en vez de a él. Lo estaba gozando… gozaba ver celoso a Natsuo. Y esa sensación lo hacía sentirse extrañamente valorado. Pero aún quería más. Quería ver hasta dónde podían llegar los sentimientos de su amigo. Y aunque Kioku no iba a ser su herramienta para averiguar aquello, si serviría como excusa para incrementar la inquietud del pelirrojo.

Se recuesta en el suave pasto, dejándose llevar por la fresca brisa, mientras un árbol le brindaba la sombra más placentera para provocarle la mejor relajación que hubiera tenido en su vida. Pronto comienza a divagar en su mente, sin darse cuenta de que cierta persona lo miraba muy divertidamente. En cuanto se siente observado, abre rápidamente los ojos, topándose con un castaño que sólo se limitó a saludarlo.

—Parece que llegué algo tarde, ¿No?— murmura el joven Yamamoto.

—Ah; claro que no. Simplemente quise escapar de casa un poco antes.

—¿Tuviste problemas con el chico de ayer…?

—¿Con Natsuo? No, ¿Por qué?

—Sólo me lo figuré —se sienta al lado de su amigo para poder conversar más a gusto—… Me pareció que estaba algo molesto porque no quisiste acompañarlo ayer, ¿No es cierto?

—Bah, él no se ha portado muy amablemente como para que yo le esté haciendo caso.— suelta un gruñido mientras se recarga en el tronco del árbol. Suponía que en esos momentos Ritsuka ya estaría con él. El sólo pensamiento volvió a hacerlo rabiar por dentro. Kioku se dio cuenta de eso, así que decidió no hablar más al respecto.

—¿Sabes? Hoy vi un café donde podríamos ir. ¿No quisieras ir a tomar algo?

—Bien, ¡Nada mejor que ir a matar el tiempo! —se levanta animadamente, pero súbitamente recuerda que en sus carreras, había olvidado llevar aunque fuera un poco de dinero—. Ahh… disculpa Kioku, ¿Te importaría acompañarme a donde vivo? Olvidé pedirle algo de dinero a Soubi…- se frota la parte superior de la cabeza, terriblemente avergonzado.

—Descuida; yo puedo pagar, no hay problema.

—¡Nada de eso! —corta la conversación, arrastrando a Yamamoto por un brazo, mientras se dirigían a casa de Soubi—. Me sentiré como un aprovechado… cosa que nunca me ha importado mucho, pero aún así no puedo verme como un necesitado que no tiene ni un quinto.

—Si eso quieres, entonces vamos…— sentencia el castaño, sabiendo que nada de lo que dijera podría hacer de cambiar de parecer a su impulsivo amigo. No puede evitar sonreír para sí mismo, ya que conocería la dirección de Youji; se había ahorrado la vergüenza de preguntar aquello.

Finalmente llegan. El joven Sagan obliga a su amigo a subir las escaleras, dejándolo literalmente parado frente a la entrada del departamento. Youji toca como de costumbre, y para su sorpresa, quien abre es Ritsuka.

«Sabía que estaba aquí.» piensa el peli azul, fingiendo no darle importancia.

—Youji, ¿Vas a pasar? —pregunta el pelinegro, pero de inmediato se percata de que había alguien más al lado del Zero—. Ah, ¿él es tu amigo? —extiende su mano, sonriendo amigablemente—. Soy Aoyagi Ritsuka. Natsuo me ha hablado un poco de ti.

—Soy Kioku Yamamoto —estrechan sus manos, saludándose como cualquier persona—; es un placer. ¿También eres amigo de Youji?

—Así es. Pasa.

—Sólo vine por algo de dinero —interrumpe el joven del lunar, pasando bruscamente, y tomando de la mano al castaño para que entrara de una vez—. ¡Soubi! ¿Podrías darme algo de dinero? Sólo por esta ocasión.

El aludido se encontraba en la zona de trabajo junto con Kio, intentando retratar una obra surrealista. Natsuo se hallaba en la sala, hojeando unas cuantas revistas y libros, con su peluche predilecto al lado suyo. En cuanto escucha el pequeño alboroto, eleva la vista, para ver casi de forma horrorizada que aquél "intruso" yacía tranquilamente esperando en su mismo suelo. Youji intentaba negociar con el fumador, mientras Ritsuka se encontraba también intentando apoyar al peli azul. Kioku se acerca hacia el pelirrojo, que lo veía casi en shock.

—Parece que aún no nos hemos presentado —dice, extendiendo su mano para saludar cordialmente—. Soy Kioku Yamamoto, es un placer conocerte.

—Natsuo.— responde con antipatía, sin molestarse en estrechar la mano ajena. El castaño se limita a bajar su brazo, algo confundido por la hostilidad que parecía tenerle aquél pelirrojo.

—¿Eres el compañero de Youji, no? —continúa, intentando no parecer ofendido ante el comportamiento del Zero—. Él me ha hablado un poco de ti…

—¿En serio?— Sagan vuelve a pegar sus ojos en lo que estaba leyendo, queriendo darle a entender a aquél sujeto que su compañía le resultaba molesta. Sin embargo, éste pareció no darle importancia a ese hecho.

—Así es. Aunque no he tenido la oportunidad de escuchar más, sé que te tiene mucho aprecio…

—Bueno; es que él y yo somos muy unidos…— recalca la última palabra salida de sus labios, elevando su vista para poder contemplar la expresión de Yamamoto. Y en efecto, sabía que aquél chico resultaba ser demasiado predecible. Su cara había mostrado una súbita confusión, y quizás algo de envidia, envidia que parecía reprimir extraordinariamente con una sonrisa que mostró segundos después.

—…Bueno… me alegro de que tengas una amistad tan fuerte con Youji…— responde igual de sereno, sintiéndose extraño.

Natsuo, satisfecho con lo presenciado, vuelve a cubrir su cara con la revista, para ocultar la enorme sonrisa de satisfacción que tenía que liberar.

«No puede competir conmigo… es un verdadero idiota…» instantáneamente, analiza sus palabras, sintiéndose confundido él mismo «. ¿Competir? ¿Sobre qué estoy compitiendo? ¡Ya dije que me daba igual que Youji se fuera con este tonto!»

En ése momento, el mencionado regresa junto con Yamamoto, sonriendo muy satisfecho por haber conseguido lo que quería.

—¡Muy bien Kioku, podemos irnos!— toma nuevamente la mano del castaño; esta vez siendo observado por Natsuo, que sintió rápidamente cómo su anterior regocijo se iba al caño. Youji cierra toscamente, como de costumbre, haciendo que Kio derramara accidentalmente algo de de pintura en un lugar no deseado del lienzo.

—¡Ahh! ¡Sou-chan, mira lo que el mocoso provocó!— el rubio comienza a sollozar por aquella desgracia, intentando que su amigo lo consolara.

Ritsuka se acerca a Natsuo para continuar leyendo su libro. Vuelve a notar el irritado semblante del pelirrojo, teniendo las dudas cada vez más claras.

—¿Yamamoto-san no te agrada, verdad?— pregunta, acostándose al lado de su amigo, quien lo encaró con una cara de aparente confusión.

—No es eso… es sólo que… simplemente no lo trago. Me disgustan los chicos demasiado educados…— vuelve a enterrar su cara entre las páginas de la "interesante" revista, cortando toda conversación sobre el tema. Aoyagi se limita a encogerse de hombros, para continuar su lectura.

Finalizando el día, Youji regresa al departamento. Prácticamente casi a la hora de ayer. Sólo que esta vez sin ser recibido regañonamente por su luchador. Se percata de que sólo estaba Natsuo en la casa.

—¿Dónde está Soubi?— pregunta, mientras comenzaba a cambiarse para dormir.

—Regresará en unos minutos. Fue con Kio a hacer un mandado… yo qué sé…

—Entiendo…

Por alguna razón ya ninguno de los dos sentía la misma confianza con el otro. ¿Desde cuándo habían comenzado a distanciarse?

—¿Natsuo?

—Dime…

—¿Estás molesto?

—¿Por qué debería?...

—Sólo pregunto; sólo responde.

—No; no lo estoy.

—Idiota…— susurra el del lunar, sintiéndose aún más molesto por haber tratado de romper el hielo con su compañero. Se disponía a subir a la cama junto con Natsuo, cuando el teléfono suena estrepitosamente.

—Cógelo Youji; estás más cerca.

—¡Ahh, claro! ¡Todo debo hacerlo yo!— toma el aparato de mala gana, mientras responde a la llamada.

—¿Youji? —se escucha al otro lado del teléfono; una voz femenina y aguda— ¿Eres tú, verdad?

Al joven Zero casi se le cae el celular, cosa que alertó a Natsuo. Youji había quedado casi congelado, con la voz ahogada. Finalmente decide responder a aquella persona, que seguía insistiendo en saber si aún seguía en el teléfono.

—¿Nagisa-sensei…?

No hay comentarios:

Publicar un comentario