sábado, 21 de agosto de 2010

Never Leave You parte 4


Capítulo IV.- Somato sensorial

Después de escuchar aquella inesperada llamada, ambos Zero quedan indecisos entre ir a la cita a la cual habían sido invitados, o quedarse en el departamento.

Nagisa los había llamado para una “supuesta” reunión, que según era de suma importancia para ellos. Podían escoger entre ir o no, pero ella claramente les había advertido que si decidían no ir, perderían una oportunidad muy grande, aunque obviamente, no les dijo nada más al respecto. Pero las probabilidades de que fueran desmantelados eran realmente altas. El haber renunciado a su tarea y abandonar la escuela de luchadores así como así era algo que sabían era imperdonable para Nagisa-sensei.

Youji deja el aparato donde estaba, mientras se acerca al pelirrojo, con una expresión seria que rara vez mostraba.

— ¿Qué crees que deberíamos hacer?—pregunta Natsuo.

—No lo sé. Por cómo sonó Nagisa-sensei, no parecía que tuviera alguna doble intención con esta reunión.

—Sé que ella es nuestra creadora. Pero tengo muy buenas razones para desconfiar. Y tú también lo sabes.

—En eso tienes razón. Pero podría ser que en verdad tenga algo importante que decirnos. No quiero creer que ella en verdad nos odie tanto para querer hacernos daño…

— ¿Por qué? ¿Porque eres su favorito?

— ¡No estoy hablando de eso!

—Bien. Si tantos confías en Nagisa-sensei, entonces vamos. No hay nada que perder, ¿No?

—Si así lo quieres, por mí no hay problema.

El joven del parche tarda unos segundos con las palabras contenidas por el orgullo, antes de musitar un frío «bien».

Deciden alistarse, a pesar de que ya fuera de noche. Tras escribir una breve (y nada específica) nota a Soubi, cierran la puerta del departamento, mientras echan a andar por las calles. Así continúan por casi treinta minutos. La temperatura era algo baja, haciendo que el pelirrojo comenzara a temblar muy levemente, pero intentaba controlar su temperatura. De pronto siente como un brazo se coloca en sus hombros, apegándolo al otro cuerpo. Gira su cabeza, encontrándose con su compañero peli azul.

—Tienes frío, ¿No?

Natsuo aparta de un manotazo el brazo ajeno, mirándolo con algo de recelo.

—No necesito esto. Estoy perfectamente bien.

—Pero estás temblando…

Te dije que estoy bien.

Esta sola frase hizo que Youji soltara su agarre, dejando a un lado a su compañero. Ambos continúan su camino en silencio, sin volver a dirigirse una palabra. Pero eso no significaba que no estuvieran pensando en el otro.

«Estúpido Youji. ¿Crees que haciéndote el bueno vas a hacer que olvide mi enfado? Serás idiota…»

«Estúpido Natsuo. ¿Crees que haciéndote el fuerte vas a hacer que deje de preocuparme por ti? Estoy molesto, sí. Pero aún así…»

«… Me duele… aunque sé que no puedo sentir nada, el pecho me duele…»

«…Tan sólo quiero que comprendas…»

«… Quiero que comprendas lo que siento…»

El pelirrojo se lleva una mano al corazón, como si hubiera sentido una punzada muy aguda y filosa atravesándolo. No podía describir esa sensación. Ahoga un pequeño quejido, queriendo fingir que nada pasaba. Sin embargo, esto no pasa desapercibido por Youji, quien rápidamente vuelve a verificar el estado de su amigo.

—Natsuo, ¿Te encuentras bien?—pregunta el peli azul, esta vez preocupado.

—…Estoy bien…

— ¡Dime la verdad!—la desesperación volvía a apoderarse de él, haciendo que nuevamente alzara la voz, aunque no lo quisiera— ¡No sólo lo digas para fingir que eres fuerte!

Natsuo siente cómo sus ojos comienzan a humedecerse, pero rápidamente se lleva el antebrazo a su rostro, para borrar cualquier extraño indicio.

—Natsuo…

— ¡Dije que estoy bien! Será mejor apresurarnos…—aunque no se notara, su voz sonaba un poco más quebradiza de lo usual.

Youji nota esto, pero decide no responder, y seguir el trayecto en silencio. No sin dedicarle varias miradas discretas a su amigo, quien se limitaba a ignorar todo lo que tuviera que ver con él. Finalmente, tras llegar al sitio donde podían ingresar a las Siete Lunas, comienzan a buscar a su creadora entre las aulas del colegio. No tardaron en observar las miradas que les eran dirigidas por los demás estudiantes, pero deciden tomarlo como la menor de las prioridades. Finalmente, después de preguntar a algunos adultos, logran encontrar el cuarto de Nagisa. Esta se hallaba sentada en su escritorio, revisando unos cuantos documentos de anatomía. Al sentirse observada eleva la vista, para poder contemplar a sus creaciones, que esperaban en la puerta.

—Youji, Natsuo. Los estaba esperando.

Nagisa parecía ser la misma de siempre. Mismas coletas a los lados, mismos vestidos extravagantes, misma expresión. Sólo que esta vez los contemplaba sin la clásica efusión, aún con la presencia del peli azul.

—Nagisa-sensei, ¿Tenía algo importante que decirnos?— pregunta Natsuo, siendo el primero en “saludar”.

—Así es. Quería discutir un punto importante.

La profesora hace una pausa, mientras toma uno de los papeles. Vuelve a recorrer con la vista a sus Zero, antes de proseguir:

— ¿Ya han tomado su decisión, cierto?

— ¿Se refiere a nuestra renuncia?...— pregunta esta vez Youji.

—Así es. Es precisamente sobre eso por lo que quise citarlos—se para de su mullida silla, sin soltar el escrito de sus manos—. No pude comunicarme con Koya o Yamato, ya que cortaron toda comunicación conmigo, pero me alivió el hecho de que ustedes decidieran responder a mi llamada— arregla sus voluminosas coletas, como queriendo refrescar sus pálidos hombros—. El hecho es que, ustedes fueron prototipos diseñados para no sentir dolor. Y esa es una cualidad que les brindé exclusivamente para poder enfrentarse en las batallas. Pero si han decidido dejar por completo a las Siete Lunas, tendré que privarlos de esa característica propia de los Zero.

—Eso quiere decir…—la voz de Natsuo no pudo evitar quedar algo afectada ante tales palabras captadas por sus oídos—… ¿quiere decir que nos permitirá sentir?

—Técnicamente, sí—responde la mujer, sin mostrar la misma emoción que mostraba el pelirrojo—. Simplemente volveré a activar su corteza somato sensorial, pero eso solamente depende de su elección. Deberán acostumbrarse a las nuevas texturas del mundo, y también deberán hacerse a la idea de que si llegan a lastimarse gravemente, podrían morir por el dolor, que es algo que nunca han experimentado. ¿Qué prefieren: ser privados de su vital cualidad para ser seres orgánicos “comunes”, o seguir conmigo y volver a la escuela de luchadores?

Aquella era una pregunta que los chicos no necesitaban pensar con demasiado tiempo. Por lo menos ese era el caso en Natsuo, quien inmediatamente había escogido. Voltea a ver a su sacrificio, dándose cuenta de que éste parecía meditarlo un poco más. Naturalmente, aquello lo enfureció al instante. ¿Qué necesitaba pensar? ¿O es que acaso no quería dejar de ser un ser “diferente”?

—Podemos escoger individualmente, ¿verdad sensei?—cuestiona Natsuo algo irritado.

— ¡Por supuesto que no! Ambos son un equipo, y esta decisión debe ser tomada por ambos también.

«Maldita sea. Si Youji no quiere someterse a esta operación, no podré soportarlo más»…

—Aceptamos dejar de ser Zero.

La voz de Youji se escuchó totalmente decidida, sin ningún tipo de duda, dejando boquiabierto a Natsuo. Nagisa también quedó algo estupefacta ante la decisión de su creación, pero solamente quedaba corroborar esa elección con el otro joven.

— ¿Qué dices, Natsuo? ¿Tú también estás de acuerdo con lo que dice Youji?

El pelirrojo tuvo que ser sacudido levemente por su compañero, ya que aún seguía en una especie de shock. Finalmente, después de regresar a la realidad, abre la boca para pronunciar palabra:

—También estoy de acuerdo, Nagisa-sensei.

La profesora de cabello opalino suelta un suspiro que parecía ser de resignación, antes de terminar de dar las instrucciones a los jóvenes.

—Bien, ya que ambos opinan así… tendrán que ir conmigo ahora mismo a mi sala de operaciones.

—Entendido.

—Ya no hay vuelta atrás, ¿lo entienden?...

Los adolescentes asienten nuevamente con la cabeza. A ellos realmente les importaba un comino ser “los mejores luchadores” o cualquier cosa que fuera parecida. Siempre lucharon salvaje y brutalmente por diversión, más nunca por ser realmente fieles a su creadora. Se dirigen junto con la mujer al cuarto donde ya sabían que Nagisa hacía sus “experimentos” y modificaciones a sus prototipos, mientras divisan las camas especiales donde empezaría la operación. Tras una señal por parte de su profesora, se recuestan donde les había indicado, mientras comenzaban a ser preparados.

—Tendré que aplicarles un sedante. La operación no tardará demasiado.

— ¿Por qué un sedante?—pregunta aún con inocencia Natsuo.

—Porque no sentirán nada agradable tener la cabeza abierta cuando hayan recuperado la sensibilidad. ¿O te gustaría hacer la prueba?

Esa respuesta fue suficiente para hacer que el pelirrojo cerrara la boca ante cualquier otra interrogante que surgiera de su cabeza. Tras serles aplicado el químico, quedan profundamente dormidos. Segundos después, Nagisa comienza a trabajar en sus prototipos, realizando los ajustes necesarios, y procurando no alterar alguna otra corteza en sus cerebros. Finalmente, después de tres horas y media aproximadamente, termina con su trabajo, dejando el cuerpo de los “Zero” como si nada hubiera pasado. Los desata de los cinturones de seguridad que les había puesto, y se marcha a tomar un café, sabiendo que todavía faltaba un poco para que ellos despertaran.

Varios minutos después, Youji despierta, sintiendo un gran mareo por el efecto de la anestesia.

—Ya… ¿Ya ha terminado todo?—se frota la cabeza, cuando súbitamente siente la textura de su piel contra su cabello. Sus ojos se ensanchan, algo confuso por aquellas señales mandadas a su cerebro— ¿Qué… qué es esto?

La sensación era extraña. Cada uno de sus cabellos eran fibras finísimas entrelazándose entre sus suaves dedos. Se sienta abruptamente, sintiendo el nylon de la cama entre las palmas de sus manos. Era algo que hacía que sus manos sintieran algo de frío, algo gélido. No podía, simplemente no podía explicar ni asimilar nada de lo que estaba ocurriendo.

— ¿Asombrado? Así se siente una cama de operación.

La voz de Nagisa lo hizo voltear rápidamente hacia donde ella estaba. Su sensei sostenía una taza de café, mientras descansaba en una cómoda silla, esperando a que alguno despertara.

—Nagisa-sensei… ¿Ya terminó con la operación?

—Así es. ¿Qué opinas? ¿Cómo te sientes?

—Yo… no lo sé… todo es extraño y confuso ahora…

—Te acostumbrarás.

Segundos después, Natsuo despierta, no sin también presentar la mayoría de las reacciones que tuvo el peli azul; obviamente su personalidad le hizo estar aún más sobresaltado que Youji. Tras incorporarse con dificultad, ambos quedan de pie, esperando a que su sensei les dijera algo más.

—Ahora son como seres orgánicos. Ustedes han decidido esto, así que no me haré más responsable de ustedes, ¿Lo han entendido? Si mueren… no será mi culpa.

Los “Zero” asienten nerviosamente. Tras intercambiar algunas palabras más, deciden marcharse.

—Hasta pronto, Nagisa-sensei. Gracias por… por hacer esto.

—No les hice ningún favor—responde la mujer—. Pronto se darán cuenta de que ustedes debieron haber permanecido así como estaban. Ya puede irse con Soubi… —esto lo dijo con algo de desdén—. Sólo espero no tener noticias trágicas de ustedes.

Y sin más, los dos luchadores se marchan de regreso a su “hogar”. El frío parecía afectarlos aún más, mientras sentían también el rígido suelo sobre sus pies. Ambos permanecían callados, cada uno intentando asimilar todo lo que se presentaba en cada instante. En ese momento se dan cuenta por el ambiente que ya faltaban pocas horas para la madrugada.

Tras subir las escaleras que daban al departamento, tocan la puerta, sintiendo la rugosa madera en los nudillos de sus manos. Soubi abre, notándolos extraños.

— ¿Qué es lo que ocurrió? Me sorprendió que salieran tan tarde, aún siendo ustedes.

—Nada…—responden al instante los dos, con obvia torpeza.

El fumador decide que sería mejor no hacer más preguntas al respecto, y decide cerrar la puerta para volver a dormir. Natsuo y Youji entran con cuidado, intentando no tocar o rozar ningún objeto que pudiera delatar su nueva condición. Aún no estaban preparados para decirle a Soubi al respecto. Se meten mecánicamente a la cama, arropándose hasta la cabeza. En cuanto las luces vuelven a apagarse, los amigos vuelven a abrir los ojos.

—Youji… me siento algo asustado…

— ¿Por qué?

Ambos susurraban. Temían despertar a Soubi y que descubriera su secreto.

—Todo lo que estoy… sintiendo… es confuso para mí. Hasta me siento extraño en la cama…

—Yo también. Pero no debemos quejarnos. Pedimos esto, y nos tendremos que acostumbrar.

—Eso ya lo sé…

—Además… la cama se siente bien—palpa las sábanas, sintiendo aquel material—. Es… como decirlo…suave. Sí; así la siento. Y me gusta esta sensación.

—Bueno, eso es cierto…—sonríe tímidamente, sintiéndose nuevamente cohibido al estar con su compañero.

Youji acerca su mano hasta el cabello de Natsuo, quien se sobresalta al sentir un poco de la piel de su sacrificio en una parte de su mejilla.

— ¿Qué haces?...

—Tu cabello se siente más suave que la cama…—suelta una sonrisita traviesa.

—Cállate y vuelve a dormir…—le da la espalda rápidamente, cortando toda conversación.

No es que a Natsuo le hubiera molestado; de hecho todo lo contrario. Pero no quería mostrar lo débil que era ante esa caricia brindada por su sacrificio, y quería mantener su orgullo por sobre todo.

«Como todo un estúpido.» Piensa Natsuo, soltando un suspiro.

Después de alrededor de media hora, ambos caen profundamente dormidos, olvidando por completo que el día siguiente sería un día lleno de nuevas sensaciones y experiencias.

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