sábado, 30 de octubre de 2010

Never Leave You parte V


Capitulo V.- Salida


A la mañana siguiente, ambos adolescentes despiertan como sincronizados, siendo atacados nuevamente por las miles de texturas y sensaciones que aún no reconocían del todo. En sus mentes surca rápidamente la cuestión que más les preocupaba: ¿Cómo reaccionaría Soubi cuando se enterara de sus actuales condiciones?

—Natsuo —el aludido gira su cabeza al escuchar el llamado de su compañero—, no vayas a decir ni una palabra a nadie. Es mejor esperar un poco más.

—No pensaba decir nada. Yo tampoco creo que sea buena idea.

—Sólo intentemos actuar normal.

—De acuerdo.

Youji ingresa primero al baño para darse una ducha, cuando súbitamente recuerda que hoy también se vería en el parque con Kioku.

« ¿Debería ir? Quizás no sea buena idea…» gira la perilla de la regadera, liberando las heladas gotas de agua sobre su cuerpo desnudo y tibio. El neko pega un respingo, tiritando por segundos mientras intentaba adaptarse a la temperatura tan baja.

—Youji, ¿Estás bien? —Natsuo pega su oído a la puerta del baño, algo alarmado por el grito.

— ¡S-sí… no te preocupes…!

El tono no se había escuchado muy convincente, pro el pelirrojo decide confiar, retornando a sus propios asuntos. Youji termina de bañarse lo más rápido posible, cubriéndose con la toalla para secarse, mientras tomaba su ropa limpia.

«Me veré como un maleducado si lo dejo esperando… » Frunce el ceño, enfadado consigo mismo « ¿Desde cuándo me importa ser bien portado?» sonríe rendidamente, mientras su subconsciente respondía casi por reflejo aquella interrogante «. ¿Quiero impresionarlo? No. Es tan ridículo. ¿Por qué querría que tuviera una buena imagen de mí?» su mente por un momento considera una probabilidad, pero apenas la asimila, intenta espantar la idea sacudiendo su cabeza y cerrando los ojos con tanta fuerza, que sintió marearse «. No. Imposible. Tengo que estar confundido…»

Natsuo sacaba de un cajón sus prendas limpias, mientras pensaba en lo distinta que sería su vida de ahora en adelante. Un mundo más significativo, se dijo a sí mismo. Y lo mejor de todo, era que ahora sus fantasías dejarían de serlo, para convertirse en realidad. Mientras su rostro esbozaba una sonrisa ante aquellos pensamientos, la imagen de su compañero abarca su mente como un reflejo. Su cuerpo se detiene, recordando su relación con Youji en los últimos días.

«Hemos cambiado» admite para sí mismo con tristeza, ralentizando sus movimientos «. Quizás… quizás nuestras personalidades se están forjando, y ahora ya somos tan diferentes que casi no podemos soportarnos… ¿Habrá sido buena idea renunciar a nuestros poderes? Ser Zero era lo único que nos unía, aunque… nuestra relación ya se estaba deteriorando desde antes…»

Relación. Aquella palabra significaba mucho para Natsuo. Siempre había envidiado a Soubi por tener a Ritsuka, a pesar de la inexpresividad de ambos. Pero sus celos no eran porque estuviera enamorado del pelinegro, como aseguraba Youji. Sentía celos porque cada que observaba la relación de ellos, sus caricias y sus besos, la amargura lo invadía al saber que nunca podría experimentar aquellas sensaciones.

Ahora era diferente, claro. Pero su miedo más profundo era que quizás ya no podría descubrir aquellas maravillas con la persona que creía indicada.

« ¿Youji sería capaz de dejarme? ¿Se largaría en cuanto crezca y buscaría hacer su vida con alguien… más?»

La sola idea le provocaba una profunda melancolía y depresión. Odiaba ser el más sensible de los dos. Sin embargo, sus cavilaciones son interrumpidas cuando su ex sacrificio entra de nueva cuenta a la habitación, con el pelo húmedo y temblando notablemente.

—El agua está como un demonio… ¡Se siente horrible!

— ¿En serio?

— ¡Me estoy congelando!

Natsuo, sin saber muy bien qué hacer, lo arrastra de vuelta a la cama, cobijándolo.

— ¿Te sientes mejor? —se sienta a su lado de forma algo tímida.

—Casi no… ¡Maldición, necesito más calor! —Se abalanza hacia su compañero, acurrucándose en él mientras cubría a ambos con las sábanas. Era lo mejor que se le ocurría, y en efecto, sirvió—. Así está mejor… —interna su cabeza en el cuello de Natsuo, provocando que éste se tensionara ante el contacto.

—Y-Youji… —trata dificultosamente de sonar molesto, aunque realmente sentía derretirse al tener esa cercanía con el otro—. No intentes aprovecharte sólo porque tienes frío…— suelta un pequeño gemido al sentir un cálido suspiro en su piel, olvidando lo que sea que fuera a decir y dejándose llevar por el momento.

Los dos quedan varios segundos en silencio, sin saber qué decir. A Youji ya se le había pasado el frío, pero se sentía incapaz de romper ese contacto. Natsuo estaba exactamente igual, sin embargo, el peli azul eleva su cabeza para encararlo.

—Natsuo…— se sorprende un poco al notar las mejillas de su amigo algo rojas, sin embargo, decide no mencionarlo—. Sé que hemos discutido mucho estos días… es más, ya casi no hacemos nada juntos… Por eso, me gustaría que me acompañaras hoy al parque, y conocieras mejor a mi amigo… ¿Lo recuerdas? —sonríe levemente, esperando que estuviera haciendo lo correcto—. No quiero que pienses que te he reemplazado, por eso te estoy pidiendo esto. ¿Qué dices?

Obviamente, Natsuo había pensado que su amigo le diría algo muy diferente; podía verse en su rostro algo decepcionado y vacilante.

—No lo sé… —balbucea, con la mirada gacha—. No creo que…

—Por favor —toma el rostro del pelirrojo, acariciando con una mano su mejilla, y con la otra su desordenado cabello—. Quiero divertirme también contigo.

Natsuo, casi hechizado por aquellas repentinas y maravillosas caricias, cabecea torpemente como afirmación, dejando enterrados su orgullo y soberbia.

— ¡Bien! —muestra una expresión gratamente complacida—. Bueno Natsuo, ya puedes ducharte.

—Creo que paso…—murmura con algo de escalofríos.

— ¡Anda, no seas cobarde!

El del parche, molesto, decide demostrar lo contrario ingresando al baño. Antes de desvestirse siquiera, se pone a palpar todo lo que había a su alrededor, tratando de recordar las texturas. Youji permanece alerta, y en cuanto escucha el grito asustado de su amigo al sentir el agua, no pudo evitar reír con ganas. En cuanto Natsuo hubo salido, tiritando y congelado, Youji lo envuelve con sus brazos para calentarlo más rápido, siendo correspondido.

«Quizás no estamos tan distanciados…» piensa el ex luchador, aferrándose al cuerpo ajeno con fuerza, mientras su temperatura corporal se estabilizaba con rapidez.

Después de separarse, buscan algún indicio de que hubiera comida preparada en la casa, mas sin embargo sólo hallan una nota en la mesa principal.

—Dice que fue a recoger a Ritsuka de la escuela, y que la comida está en el horno.

—Eso explica el por qué todo estaba tan silencioso. —Youji se acerca al horno para buscar el desayuno, tratando de controlar sus emociones al sentir cualquier nueva forma que sus neófitas manos tocaran.

Los dos comienzan a comer, sintiendo por primera vez la suavidad de la carne y el cálido líquido del chocolate tibio en sus lenguas.

— ¡Diablos, esto está delicioso! —exclama el peli azul, masticando con avidez.

—Deberías comer más despacio y disfrutarlo. —repone Natsuo, degustando con placer cada bocado.

Después de unos minutos, finalmente salen del apartamento en dirección al sitio del encuentro. El aire era más seco, y parecía lastimar la piel de ambos, a pesar de llevar ropas de manga larga.

—Youji, hace un poco de frío…

— ¿Quieres que te abrace? —pregunta el neko juguetonamente, acariciando un poco el hombro de Natsuo con sus dedos índice y medio.

—N-no… —sus mejillas se sonrojan un poco ante la tentadora propuesta.

— ¿Seguro? —ensancha más su sonrisa al notar la expresión de su amigo.

— ¡Que no! Nos veremos como una… una…

— ¿Pareja?

Natsuo decide quedarse callado al escuchar su frase completada. Realmente no le hubiera molestado otro abrazo con su compañero, pero no quería verse tan dócil y sensible ante Youji. Al menos, no aún.

Finalmente, Youji conduce a Natsuo hacia el árbol donde siempre esperaba a Kioku. Se sientan con cuidado, sintiendo como si el pasto pinchara las palmas de sus manos, robando un quejido de los chicos.

La suave brisa, mezclada con el acogedor ambiente, acabó una vez más con el orgullo y la falsa careta del pelirrojo, quien se apoya lentamente en el brazo de Youji. Éste no lo rechaza, al contrario, comienza a recorrer con sus dedos el rostro de Natsuo, soltando un suspiro involuntario al sentir por fin esa piel tan tersa y aterciopelada. Ambos tenían los ojos entrecerrados, preguntándose si en verdad eso era real. Por fin podían tocarse, sentirse, descubrirse. Pero aún había una línea que los separaba, y Natsuo se preguntaba si sería lo mejor cruzar ya esa línea.

—Youji… —los labios de Sagan temblaban un poco.

—Dime. —gira su cabeza para poder verlo bien.

—D-desde hace tiempo… he estado pensando que… que quizás…

— ¡Youji! ¿Te he hecho esperar mucho?

Ambos voltean abruptamente al notar una tercera persona allí. Era Kioku, quien había visto aquella escena tan “íntima”, pero decidió aparentar no haberlo notado.

— ¡No! De hecho, tenemos poco tiempo de haber llegado…

Youji sonríe a su amigo, apartando velozmente su mano del rostro de Natsuo, como si le hubiese quemado. El pelirrojo observa sorprendido y dolido esta acción.

« ¿Le avergüenza que ese chico lo vea tocándome? O… o quizás él…» se aparta suavemente del hombro ajeno, arrepentido de haberse mostrado tan débil.

—Kioku, quería presentarte a Natsuo. Sé que quizás ya lo hayas visto, pero quise que hoy estuviera con nosotros… y se conocieran un poco mejor…

—Sí, ya había tenido el gusto de conocerlo… —Yamamoto muestra una expresión amigable, aunque realmente el pelirrojo le cayera como patada en el hígado.

— ¿En serio? —el peli azul mira a Natsuo de forma interrogativa—. ¿Ya se habían tratado?

—Sí, algo así…— responde el del parche, cuya simpatía hacia el castaño tampoco difería mucho.

—Oye Youji, hay un lago muy cerca de aquí, ¿Les parece si vamos? —Kioku tuvo que usar el plural forzadamente, aunque hubiera preferido mucho más estar a solas con Youji.

— ¡Claro!

El castaño y el pelirrojo conversaban animadamente mientras se dirigían a su destino; el pelirrojo prefería ir en silencio, observando. Youji procuraba meter a Natsuo en la plática, pero éste comenzaba a mostrarse algo hostil y deprimido. El ex luchador sólo observaba con molestia cómo su compañero gozaba interactuar con ese perfecto extraño. Observaba sus risas, sus bromas, y aquello sólo lo hacía rabiar más, por no decir que estaba celoso.

Mas sin embargo el pobre Natsuo no sabía que aquella salida lo dejaría tan amargado como nunca en su vida.

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